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Las lecciones del CETA

Con la firma de este tratado se ha visto la dificultad de Europa para hablar con una sola vez.

Tras siete años de negociaciones y unos días de incertidumbre, la Unión Europea han firmado por fin su tratado de libre comercio, conocido como CETA. Los aranceles, es decir, los impuestos en las aduanas, prácticamente desaparecen, y eso significa que se incrementará el comercio. Eso es bueno, dicen los partidarios del acuerdo, porque aumenta el empleo. Sí, pero puede que ese empleo sea de mala calidad, dicen los contrarios al acuerdo. Tanto Canadá como la Unión Europea aseguran que este acuerdo es el mejor que se ha firmado nunca, porque intenta precisamente paliar los aspectos negativos de la globalización. Tiempo habrá de verlo.

Lo que sí se ha visto es la dificultad de Europa para hablar con una sola voz. Hasta el último momento, el veto de Valonia, una de las regiones federales de Bélgica, ha estado impidiendo la firma del CETA. Y ahora falta la ratificación. Tienen que ratificarlo el Parlamento Europeo, 28 parlamentos nacionales y 10 parlamentos regionales. Eso está bien, es una demostración de democracia interna; pero hace muy difícil actuar con firmeza. Por ejemplo, en el caso del 'Brexit'. El Reino Unido puede estar en una posición más fuerte de lo que se piensa porque no va a negociar con uno, sino con 28, y entre 28 siempre habrá alguno que meta la pata.

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