Análisis
Guardar
Quitar de mi lista

Algunas cosas no dependen de los propios escoceses

El principal problema que tiene el plan del Gobierno escocés para la independencia de Escocia es que algunas de las cosas que propone son más deseos que realidades.

El principal problema que tiene el plan del Gobierno escocés para la independencia de Escocia es que algunas de las cosas que propone son más deseos que realidades. Que esos deseos se cumplan no depende de los escoceses, sino de otros.

Por ejemplo, seguir utilizando como divisa la libra esterlina no depende de Escocia, sino de que el Banco de Inglaterra lo permita; y, si lo permite, a qué precio. Por ejemplo, seguir dentro de la Unión Europea.

En cuanto Escocia se proclame independiente, quedará fuera de la Unión y tendrá que negociar su entrada otra vez. Es verdad que esa negociación puede ser muy rápida, porque Escocia ya tiene toda su economía adaptada a las normas europeas; pero también es verdad que podría encontrarse con que alguno de los actuales 28 socios ponía su veto para impedir que Escocia entrase de vuelta.

Una de las cosas más sorprendentes, vistas desde fuera, del Libro Blanco presentado ayer por Alex Salmond es que la reina británica seguiría siendo la jefa de Estado de Escocia. Con sus propuestas de mantener la libra, la reina y la Unión Europea, Salmond intenta tranquilizar a los escoceses que no ven clara la independencia.

Los escoceses tienen muchos lazos familiares, culturales y económicos con el resto de los británicos, y tienen miedo a una ruptura total. Pero el problema para Salmond es que, al tranquilizar a esos, intranquiliza a los que piensan que, si van a seguir con la reina y la libra, para qué se van a independizar

Más noticias sobre internacional

Cargar más