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Visitamos la casa de Toti Martinez de Lezea

Hace ya 35 años que Toti abandonó Vitoria para instalarse en Larrabetzu, "queríamos una zona rural y euskaldun". Allí ha encontrado la inspiración para convertirse en la escritora vasca más leída.
Toti Martinez de Lezea en su jardín.

Lo primero que me llama la atención, acostumbrada a hablar con tantos agentes y a realizar peticiones por escrito, es que la propia Toti me coja el teléfono y me invite a su casa a realizar la entrevista. "Enseguida la vas a reconocer, es como la casa de Hansel y Gretel, pero en vez de golosinas tiene una buganvilla". Efectivamente, la pequeña casita de más de cuatro siglos, destaca por su singularidad entre el resto de edificios de la localidad vizcaína de Larrabetzu. Dentro no lo es menos; cientos de objetos de lo más variopinto abarrotan una estancia a dos alturas: figuras de artesanía, cuadros, dragones chinos, máscaras, marionetas y libros, muchos libros, bajo las viejas vigas de madera. "Tenemos unos 12.000".

Así, entre libros trabaja Toti en una pequeña habitación durante seis u ocho horas cada día. En estos momentos, ultima una novela que presentará en la Feria de Durango. "Trata sobre el supuesto asesinato del Príncipe de Viana, legítimo heredero de las coronas de Navarra y Aragón, a manos de su madrastra, la madre de Fernando el Católico. Con la muerte de don Carlos, Fernando tenía el camino libre para alcanzar lo que su madre tanto anhelaba: llegar a ser el único rey de la Península Ibérica. Lo logró mediante el matrimonio con su prima Isabel y la conquista de Navarra a sangre y fuego".

De la novela histórica a la literatura infantil

Hablamos sobre el proceso de documentación para las novelas históricas. La escritora alavesa confiesa que en los primeros libros era más liberal. "Pero ahora lo miro con lupa y cualquier cosa que pongo tengo que contrastarla". Cuando no hay documentación respecto a un tema, se basa en testamentos, juicios, leyes, etc.

Afable y de verbo fácil, me cuenta que comenzó a escribir con 49 años, como consecuencia de una apuesta. "La primera novela que escribí la guardé, porque pensé que se reirían de mí y la tirarían. Y me puse a escribir otra, La calle de la Judería, y esa la llevé a publicar". Por entonces se dedicaba a las traducciones técnicas de inglés, francés y alemán. No fue hasta publicar la tercera novela, hace 10 años, que decidió dedicarse tan solo a escribir.

En cuanto saco el tema de su nieta Nur, se le ilumina la cara. Escribió Nur y el gnomo irlandés como un guiño a su nieta y ya va por el quinto libro de la serie. "Los libros son sobre cosas que le pasan a mi nieta Nur, que vive en China. Es el recuerdo que le estoy dejando para cuando sea mayor. No tiene tanto de ficción, pero sí la fantasía de una cría de diez años". El éxito ha sido tal que este verano un montón de niños se han acercado a ver su casa. "Una vez salí a sacar la basura y había un padre con dos críos mirando la casa. Uno de los niños al verme, dijo: 'Jo, benetakoa da' (es de verdad)".

Una casa llena de gente

Una vez terminada la entrevista, atravesamos la sala de techos bajos para salir al jardín, dejando atrás el olor a leña. Al entrar parece que se trata de un pequeño patio lleno de flores con un balancín, pero más allá del enorme muro de bambú nos adentramos en un terreno en el que las plantas silvestres conviven con los rosales, los árboles frutales, y un sinfín de especies vegetales. Alberto, el marido de Toti, nos recibe con la naturalidad de quien está acostumbrado a ver pasar gente por su casa. "Aquí siempre hay gente entrando y saliendo. Este verano, estábamos unos doce en casa, estaba la puerta abierta y veo a dos señoras mirando y me dicen: '¿Se puede visitar la tienda?'. Les hice pasar y enseguida se dieron cuenta de que no era una tienda", cuenta Toti divertida.

Me marcho y dejo que Toti continúe escribiendo. Ya son doce años dedicados a esta tarea y 30 libros publicados. A pesar de esto, nunca ha estado entre los finalistas al Premio Euskadi de Literatura. "Bueno, es una decisión de los jurados, aunque siempre me ha llamado la atención que los jurados de ese premio y de otros sean escritores. Un escritor no puede, ni debe, juzgar a otro".

Lo primero que me llama la atención, acostumbrada a hablar con tantos agentes y a realizar peticiones por escrito, es que la propia Toti me coja el teléfono y me invite a su casa a realizar la entrevista. "Enseguida la vas a reconocer, es como la casa de Hansel y Gretel, pero en vez de golosinas tiene una buganvilla". Efectivamente, la pequeña casita de más de cuatro siglos, destaca por su singularidad entre el resto de edificios de la localidad vizcaína de Larrabetzu. Dentro no lo es menos; cientos de objetos de lo más variopinto abarrotan una estancia a dos alturas: figuras de artesanía, cuadros, dragones chinos, máscaras, marionetas y libros, muchos libros, bajo las viejas vigas de madera. "Tenemos unos 12.000". Así, entre libros trabaja Toti en una pequeña habitación durante seis u ocho horas cada día. En estos momentos, ultima una novela que presentará en la Feria de Durango. "Trata sobre el supuesto asesinato del Príncipe de Viana, legítimo heredero de las coronas de Navarra y Aragón, a manos de su madrastra, la madre de Fernando el Católico. Con la muerte de don Carlos, Fernando tenía el camino libre para alcanzar lo que su madre tanto anhelaba: llegar a ser el único rey de la Península Ibérica. Lo logró mediante el matrimonio con su prima Isabel y la conquista de Navarra a sangre y fuego".De la novela histórica a la literatura infantilHablamos sobre el proceso de documentación para las novelas históricas. La escritora alavesa confiesa que en los primeros libros era más liberal. "Pero ahora lo miro con lupa y cualquier cosa que pongo tengo que contrastarla". Cuando no hay documentación respecto a un tema, se basa en testamentos, juicios, leyes, etc.Afable y de verbo fácil, me cuenta que comenzó a escribir con 49 años, como consecuencia de una apuesta. "La primera novela que escribí la guardé, porque pensé que se reirían de mí y la tirarían. Y me puse a escribir otra, La calle de la Judería, y esa la llevé a publicar". Por entonces se dedicaba a las traducciones técnicas de inglés, francés y alemán. No fue hasta publicar la tercera novela, hace 10 años, que decidió dedicarse tan solo a escribir.En cuanto saco el tema de su nieta Nur, se le ilumina la cara. Escribió Nur y el gnomo irlandés como un guiño a su nieta y ya va por el quinto libro de la serie. "Los libros son sobre cosas que le pasan a mi nieta Nur, que vive en China. Es el recuerdo que le estoy dejando para cuando sea mayor. No tiene tanto de ficción, pero sí la fantasía de una cría de diez años". El éxito ha sido tal que este verano un montón de niños se han acercado a ver su casa. "Una vez salí a sacar la basura y había un padre con dos críos mirando la casa. Uno de los niños al verme, dijo: 'Jo, benetakoa da' (es de verdad)".Una casa llena de genteUna vez terminada la entrevista, atravesamos la sala de techos bajos para salir al jardín, dejando atrás el olor a leña. Al entrar parece que se trata de un pequeño patio lleno de flores con un balancín, pero más allá del enorme muro de bambú nos adentramos en un terreno en el que las plantas silvestres conviven con los rosales, los árboles frutales, y un sinfín de especies vegetales. Alberto, el marido de Toti, nos recibe con la naturalidad de quien está acostumbrado a ver pasar gente por su casa. "Aquí siempre hay gente entrando y saliendo. Este verano, estábamos unos doce en casa, estaba la puerta abierta y veo a dos señoras mirando y me dicen: '¿Se puede visitar la tienda?'. Les hice pasar y enseguida se dieron cuenta de que no era una tienda", cuenta Toti divertida.Me marcho y dejo que Toti continúe escribiendo. Ya son doce años dedicados a esta tarea y 30 libros publicados. A pesar de esto, nunca ha estado entre los finalistas al Premio Euskadi de Literatura. "Bueno, es una decisión de los jurados, aunque siempre me ha llamado la atención que los jurados de ese premio y de otros sean escritores. Un escritor no puede, ni debe, juzgar a otro".

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