Londres

Con el fallecimiento de su madre Isabel II, Carlos III hereda el trono y también su fortuna privada. El nuevo rey recibirá este patrimonio sin tener que pagar el impuesto de sucesiones, privilegio reservado a los sucesores reales.

Aunque nada obliga a los monarcas británicos a revelar sus finanzas privadas, se sabe que la reina tenía una fortuna personal de 370 millones de libras esterlinas en 2022 (413 millones de euros al cambio actual), 5 millones de libras más que el año anterior, según el Sunday Times.

El palacio de Buckingham, residencia real londinense, y el castillo de Windsor, a una treintena de kilómetros al oeste de la capital son propiedad del Estado, pero el castillo de Balmoral, residencia de verano donde ha fallecido, y la residencia de Sandringham, donde la familia real celebra las fiestas de fin de año, eran propiedad de la reina que pasan ahora a manos del rey Carlos.

La reina poseía también un importante paquete de acciones y una colección de sellos reales cuyo valor estimado es de 100 millones de libras, según la 'Lista de Ricos de 2021' del diario The Times.

La fortuna de la reina se añade a la que ya poseía Carlos, estimada 87 millones de libras. Además, las célebres joyas de la corona, valoradas en 3 millones de libras, pertenecientes simbólicamente a la reina, serán transmitidos automáticamente a su sucesor.

El príncipe Felipe, marido de Isabel II, dejó a su muerte en abril de 2021 un patrimonio más modesto de 30 millones de libras. Poseía una colección de 3000 obras de arte que fueron heredados por la familia y amigos.

Al convertirse en rey Carlos hereda el ducado de Lancaster, propiedad real desde la Edad Media, que durante el último ejercicio fiscal generó 24 millones de libras de beneficio privado al nuevo monarca. Las rentas de Lancaster corresponden al monarca, según explica David McClure, autor del libro sobre las finanzas reales del Reino Unido.

Carlos se beneficiará también de la asignación real anual del Tesoro Público, fijado en el 15 % de los ingresos generados por el patrimonio de la corona que corresponde no solo a sus bienes inmobiliarios, sino también a los generados por un enorme parque eólico.

Todo ello generó una asignación de 86,3 millones de libras a la corona durante el último ejercicio. Ese dinero está destinado a financiar los gastos de las actividades oficiales de representación, concretamente los salarios del personal, el mantenimiento y el servicio de las residencias reales, así como los viajes oficiales y las recepciones.

Aunque, según David McClure, es "probable que en su testamento la reina deje algunas cantidades" a miembros cercanos de la familia real, lo esencial de su riqueza irá a parar a manos del rey Carlos III.