Exarqueólogos de Iruña-Veleia constatan "anomalías" en el yacimiento
Dos historiadores que trabajaban a las órdenes de Eliseo Gil han coincidido, en el juicio por la presunta estafa arqueológica de Iruña-Veleia, al asegurar que durante los años que trabajaron en este proyecto no desenterraron ninguna pieza excepcional y que la forma en la que fueron realizados los hallazgos supuestamente revolucionarios de este yacimiento resulta "extraordinariamente anómala". Uno de estos expertos ha afirmado, incluso, que los materiales procedentes del yacimiento carecen de "todo valor" arqueológico y que están "manipulados".
El Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria-Gasteiz ha celebrado la tercera sesión de la vista oral por el 'caso Iruña-Veleia', en el que se enjuicia la presunta falsificación de 476 piezas de entre los siglos III y VI desenterradas entre 2005 y 2006 en el yacimiento tardorromano de Iruña-Veleia (Álava).
En esta nueva sesión del juicio han declarado como testigos los historiadores Miguel Ángel Berjón y José Ángel Apellaniz, que trabajaron durante varios años en el yacimiento bajo las órdenes de Eliseo Gil, para el que la Fiscalía pide cinco años y medio de prisión por un delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro delito de estafa en concurso con un delito de falsedad en documento privado.
En su declaración, Berjón ha afirmado que durante el tiempo en el que trabajó en este proyecto no dudó "en ningún momento" de la veracidad de los hallazgos que allí se realizaron, pese a que resultaban revolucionarios para la historia del euskera y del cristianismo. Esta percepción, según ha dicho, solo cambió cuando empezaron a surgir voces de expertos que cuestionaban los grafitos.
"Trazabilidad no acreditada"
"Dentro del yacimiento nunca cuestionamos la veracidad de los grafitos, sino el método empleado, que no acreditaba la trazabilidad", ha manifestado Berjón, en referencia a los procedimientos seguidos para acreditar la procedencia de los hallazgos realizados.
En este sentido, ha explicado que ya durante el tiempo que permaneció a las órdenes de Gil, le resultaba "extraordinariamente anómalo" que todas las inscripciones supuestamente extraordinarias, halladas sobre los materiales desenterrados, solo fueran identificadas después de la extracción, durante el proceso de lavado de los mismos, un trabajo que corría a cargo de Ainhoa Gil, hermana del principal acusado en este caso.
Berjón se ha preguntado cómo él y el resto de arqueólogos que se dedicaban a excavar el terreno no eran capaces de identificar los grafitos cuando extraían los materiales sobre los que luego, en el lavado, aparecían grabados. Este experto ha afirmado que lo "habitual" cuando se desentierra una pieza es buscar en ese preciso momento si presenta características externas significativas, para lo que se hace una limpieza rápida con los dedos o, si no se dispone de agua, incluso con saliva.
Por ese motivo, ha afirmado que lo normal es que solo una proporción "mínima" de inscripciones no sean descubiertas en el momento en el que las piezas son desenterradas, pese a que en Iruña-Veleia ocurría lo contrario. Como ejemplo de las "anomalías" que se producían, ha explicado lo ocurrido en un mismo punto de la excavación, en el que se realizaron dos intervenciones distintas, una en 2005 y otra en 2006. En la primera fueron localizados importantes supuestos grafitos sobre las piezas desenterradas.
Por el contrario, cuando se volvió a excavar en esa misma estancia un año después, ya con una cámara de vídeo instalada para reforzar las garantías del proceso, no se encontró "nada", unas manifestaciones que ha confirmado posteriormente otro de los extrabajadores del yacimiento.
Este tipo de situaciones --ha añadido-- le llevaron a pensar en la necesidad de un cambio en el sistema de trabajo en la excavación, al considerar que el hecho de que tantos grafitos excepcionales no fueran detectados desde un primer momento podía deberse a un problema de metodología. Berjón ha lamentado que aunque tanto él como otros arqueólogos propusieron "un montón de veces" a Gil un cambio de metodología, este no les hizo "ni caso".
Otro de los problemas que detectó en el modo de proceder de Gil era que, una vez que se acumuló un importante número de hallazgos supuestamente extraordinarios, empezó a presentarlos en público, sin una adecuada labor de "verificación previa". El hecho de trabajar de esta forma --ha añadido-- llevó a un experto enviado a la excavación por uno de los patrocinadores del proyecto a calificar de "temeraria" la forma de proceder de Gil.
En su declaración, este historiador también se ha referido al incidente protagonizado por Óscar Escribano, un geólogo que trabajaba en las excavaciones y que al inicio ha reconocido haber manipulado una de las piezas desenterradas en la excavación, en la que grabó la palabra 'Veleia'. Berjón ha explicado que el propio Escribano reconoció en su día ante los trabajadores del yacimiento que había alterado la pieza. "Fue devastador", ha afirmado este historiador, quien ha afirmado que aquello fue como un "bofetón" para el equipo.
Berjón ha subrayado que fue precisamente la "deriva" en la gestión del proyecto, con una dirección que no atendía a los "avisos" de sus trabajadores y que presentaba públicamente grafitos "sin validación previa", lo que le llevó a abandonar el proyecto en 2007.
En la vista también ha declarado el historiador José Ángel Apellaniz, que trabajó en Iruña-Veleia entre 2002 y principios de 2007. Al igual que Berjón, este arqueólogo ha asegurado que durante sus excavaciones no encontró ningún grafito o inscripción excepcional en las piezas que desenterró en el yacimiento.
Una "aberración"
Apellaniz ha afirmado que el hecho de que la totalidad de los más de 400 grafitos supuestamente excepcionales presentados en su día por Eliseo Gil fueran descubiertos durante el proceso de lavado de las piezas sobre las que estaban hechas las inscripciones, resulta algo "tremendamente chocante" e "inapropiado".
Según ha explicado, la excepcionalidad de las inscripciones y el hecho de que no existiera "ni una fotografía ni un vídeo" del momento en el que se realizaba el descubrimiento de las mismas, acabó generando "muchísimas dudas e inquietud" en el equipo. "Empezaron a aparecer dibujos de la vida de Jesucristo, frases y dibujos varios, muchos de ellos en lengua vasca. Era sorprendente, parecía un cómic. Y, ¡cómo no!, siempre durante el proceso de lavado", ha manifestado.
Apellaniz ha añadido que, en un momento dado, los responsables de la excavación empezaron a enseñar las piezas "a todo pichipata", por lo que algunos de los materiales no permanecían en un espacio "controlado", sino que incluso había quien se los llevaba a casa. "Era una aberración", ha denunciado.
Por todo ello, ha afirmado que acabó abandonando el yacimiento porque estaba "convencido" de que los materiales que allí se habían encontrado "no valían para la ciencia" y podían llegar a poner "en riesgo" el futuro profesional de quienes trabajaban en el proyecto. De hecho, ha afirmado que, en la actualidad, está convencido de que los hallazgos están "manipulados".
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