Análisis
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El incómodo amigo saudí

El presunto asesinato de Khashoggi ha obligado a Trump a intentar organizar una explicación que deje lo menos salpicada a la monarquía saudí.

El presunto asesinato del periodista disidente saudí Jamal Khashoggi puede causar un terremoto diplomático. La monarquía de Arabia Saudí acumula muchas denuncias por violar los derechos humanos e incluso por dar dinero a grupos yihadistas. A pesar de todo, son muchos los países que hacen negocios con Arabia Saudí, porque es un país vendedor de petróleo y comprador de armas y de infraestructuras. En muchos de esos países, esas relaciones con Arabia Saudí son motivo de controversia, como pasó recientemente en España.

Ese debate se va a avivar tras la desaparición de Khashoggi en el consulado saudí de Estambul y la tortura a la que, aparentemente, fue sometido antes de ser asesinado. En Estados Unidos, principal aliado de Arabia Saudí, este asunto está causando una gran alarma. Trump ha despachado a su secretario de Estado, Mike Pompeo, a Arabia Saudí y Turquía en un viaje urgente. El motivo oficial del viaje es pedir explicaciones sobre lo sucedido. El motivo real es intentar organizar una explicación que deje lo menos salpicada a la monarquía saudí y al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman. Algo así como que todo es culpa de algún policía sanguinario y que en Riad no sabían nada.

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