Jasone Osoro: "El éxito es polisémico, maleable y alcanzable"
"¿Qué es el éxito?". A partir de esa pregunta, la escritora Jasone Osoro Igartua (Elgoibar, 1971) ha construido el ensayo Arrakasta (Elkar, 2023), y ha bebido para ello, sobre todo, de tres fuentes: experiencias propias acumuladas en su prolífica carrera como escritora, citas y reflexiones sobre el tema de expertos y expertas de todo tipo (Friedrich Hegel, Uxue Alberdi, Epikuro, Christina Rosenvinge, Xabi Payá, Simone Biles, Clara Peeters, Zygmun Bauman, Leire Bilbao, Walt Diseny, Dora Salazar…) y los testimonios en primera persona de once creadores y creadoras acostumbrados a caminar y tambalearse sobre el hilo del éxito.
Osoro ha entrevistado al payaso Joxe Mari Agirretxe Porrotx; el cocinero Eneko Atxa; la música Izaro Andrés; el escritor Harkaitz Cano; las periodistas Eva Domingo y Maider Egues; el cineasta Jon Garaño; la actriz, directora, escritora y gestora cultural Aizpea Goenaga; el exciclista Markel Irizar; la actriz Itziar Ituño; y el músico Gorka Urbizu para recoger sus impresiones sobre el éxito y hablar, por tanto, de alianzas, críticas, techos, creatividad y el fracaso, entre otras muchas cosas.
Hemos intentado realizar un ejercicio similar, dentro de nuestras posibilidades, con la propia Osoro.
Has recibido hace muy poco, en Azkoitia, el premio honorífico de la feria literaria Geure Gelatik, que además te fue entregado por Mariasun Landa. Zorionak! Esto también es un éxito, ¿no es así?
Recibir un reconocimiento por el trabajo realizado, y, además, que te lo entregue Mariasun Landa, supone, claro, vivir un momento de éxito. Además, me acompañaron muchas personas a las que quiero y que me quieren, y, para mí, eso es el éxito.
Al menos, así fue como yo lo viví: emocionada, nerviosa y exultante.
¿Qué es el éxito y quién lo puede identificar y juzgar?
El éxito externo, aquel que es validado por la mirada de otras personas, suele estar relacionado con logros concretos. Hablo de un disco o un libro con grandes cifras de ventas, ganar mucho dinero, tener millones de seguidores y seguidoras en las redes sociales, recibir premios Goya o estrellas Michelin, llenar el Velódromo… El hecho de haber conseguido alguna de esas cosas convierte automáticamente a los sujetos de esas acciones en exitosos a ojos de los demás.
El éxito interno está relacionado con el bienestar, con logros más personales, con el amor, con estar a gusto contigo misma y con la vida. Y eso solo lo da la mirada propia, en ningún caso la externa.
Yo tengo muy claro que lograr el éxito externo, la aceptación ajena, no tiene por qué hacerte más feliz; sí lo hará, en cambio, el éxito interior.
El prestigio y la popularidad (Izaro habla en el libro de éxito y fama) son dos caras del éxito. ¿En qué crees que se diferencian?
Creo que el trabajo es fundamental para conseguir el éxito. El éxito puede suponer un objetivo o, como dice Eneko Atxa, la zanahoria del burro. En otros casos, también puede ser una consecuencia, tal y como lo entiende Gorka Urbizu. De todas formas, en ambas acepciones existe un sueño, una vocación, un deseo y, por supuesto, esfuerzo para conseguirlo.
La fama y la popularidad se pueden conseguir sin apenas esfuerzo, por puro azar, gracias a que converjan algunos factores concretos en un momento dado.
Izaro habla de prestigio, que sería el valor que se le otorga al trabajo realizado, el buen nombre, la calidad. Ahondando en eso, alguien podría alcanzar fama y popularidad pero no prestigio. Y viceversa: puedes tener prestigio sin ser popular o conocida.
El éxito descansa, según afirma el libro, sobre el autoconocimiento, las alianzas y la voluntad. ¿Qué características reúne cada uno de estos conceptos?
El autoconocimiento es imprescindible. ¿Cuál es mi sueño? ¿Cuáles son mis fortalezas y mis debilidades? ¿Qué es lo que me hace daño? ¿Dónde me siento fuerte? Para saber hacia dónde queremos dirigirnos, tenemos que darnos cuenta de cómo somos y aceptarnos de esa manera.
En segundo lugar, están las alianzas; es decir, ¿quiénes son mis referencias y ejemplos? ¿Qué he recibido en casa? ¿Qué me han dicho los profesores y profesoras en la escuela? ¿Quiénes son las personas y amistades que tengo alrededor? ¿Quién está a mi lado para ofrecerme su mano si fracaso? ¿Y para felicitarme cuando gano un premio? Las personas somos seres sociales, y, claro, tenemos que sentirnos queridos y queridas. Eso también alimenta nuestro autoconocimiento y nuestra autoestima. Las alianzas nos fortalecen.
Por último, está la voluntad. Sé cómo soy, cuáles serán las alianzas y los obstáculos que encontraré en el camino. Pues bien, ¿qué hago con todo ello?
Este último punto está muy estrechamente relacionado con la personalidad. Es tan importante saber qué queremos como tener la ambición para ponerlo en marcha, tener capacidad de trabajo, no abandonar, explorar nuevos caminos. De nada vale tener talento y vocación, si no van acompañados de trabajo y capacidad de sacrificio.
¿Cómo gestiona una creadora o un creador la relación entre su esfuerzo y la recompensa por él, a sabiendas de que no es siempre ni equilibrada ni justa?
Dice Gorka Urbizu que una persona segura no es creadora. Es decir, que las creadoras y los creadores viven un permanente síndrome del impostor. Por tanto, como dice Cano, o eres un samurái y nunca esperas nada o, en caso de recibir algún reconocimiento, no te crees que el momento exitoso que vives sea cierto o resulte merecido. Además, sabes que lo único que quiere decir eso es que tienes que continuar trabajando.
Con todo y con ello, una de las cosas que ayuda a mantener ese equilibrio es la fuerza que otorga tener una idea en un momento dado. Aizpea habla del fogonazo; Atxa dice que cuando tiene una idea se siente "el puto amo"; Garaño también reconoce que se trata de un momento muy muy especial, una especie de emoción que no se repite a la hora de poner en marcha esa idea. Eso engancha: la propia idea y la ambición por desarrollarla, a pesar de ser consciente de que lo que encontrarás por el camino no será eso que tú esperabas.
Nuestro sistema cultural y nuestro mercado son limitados, un tanto distróficos en algunos aspectos (Gorka Urbizu afirma en el libro que es un oxímoron unir las palabras vasco y mainstream). ¿Qué consecuencias tiene todo ello en nuestra manera de entender el éxito?
Como dice Cano, puede ser alguien más o menos apreciado en Euskal Herria y, al mismo tiempo, un donnadie fuera de aquí. El hecho de ser una cultura y un mercado limitados puede ser, al mismo tiempo, techo y trampolín. Alguien podría decir "tienes lectores porque escribes en euskera" del mismo modo que podría afirmar "si escribieras o cantaras en otro idioma que no fuera el euskera, tu mercado sería más amplio".
Somos un pueblo lleno de contradicciones, y muchas veces ponemos bajo sospecha a quien consigue el éxito, como si no lo mereciera realmente porque existen otras personas que lo hacen mejor que él o ella y a estas se las ha tratado injustamente.
La palabra éxito no es, según Eneko Atxa afirma en el libro, "políticamente correcta". ¿En qué aspecto la consideras problemática?
Tengo la sensación de que el problema es que, de la misma manera que la mirada externa es quien otorga a un proyecto su condición de exitoso, esa misma mirada juzga al sujeto. Mira, hace poco una persona que ha leído el libro me empezó a hablar mal sobre algunos y algunas de los protagonistas, reconociendo que se basaba en prejuicios. Por supuesto, a saber qué dicen de mí.
El problema es que el mercado, los usuarios y las usuarias, otorgan a alguien la etiqueta de exitoso, y eso termina por condenar a esa persona, ya sea escritora, cantante, actor, cocinero, periodista, deportista… Y como es doloroso, "he tenido éxito" es algo que siempre se afirma con la boca pequeña, en círculos formados por aliados y aliadas; y es que, de lo contrario, existe el riesgo de mostrarte como un soberbio y que desde fuera se confunda el orgullo con la chulería; y nadie quiere a las chulas y los chulos.
Yo puedo estar orgullosa de ti, de tu trabajo (dice el usuario, el mercado), pero tú no muestres demasiado que estás orgulloso del trabajo que has hecho.
Sea como fuere, creo que se trata de algo general, no un rasgo de los vascos y las vascas.
¿Cuál es el reverso del éxito? ¿Qué relación tienen las creadoras y los creadores con el fracaso?
Diría que se trata de una relación parecida a la que mantienen las personas que no son creadoras, y la cualidad para gestionar eso es parte de la personalidad de cada cual. El fracaso te puede llevar a la parálisis, a pensar que nunca lo conseguirás; o puede servir para que te des cuenta de que no recorres el camino adecuado o que una cima concreta no está a tu alcance.
Cano dice que jamás consigues aquello que quieres o lo que tienes en tu cabeza, y que eso es, precisamente, el combustible para el próximo objetivo. Jon Garaño ha cosechado muchos éxitos, pero antes de cada proyecto le aparece el fantasma del fracaso. ¿Eso lo paraliza? No. Bien, pues esa es la actitud, admitir la posibilidad del fracaso.
El éxito es, por definición, finito. ¿Qué caminos se abren desde la cima del éxito? ¿Qué hay más allá del éxito?
El éxito es polisémico, porque tiene muchos significados; maleable, porque es cambiante; y alcanzable, porque cada uno tiene el suyo. Y cada uno de estos apartados influye permanentemente en el siguiente. Es decir, mis sueños irán cambiando y amoldándose según mis capacidades, mis límites, mis alianzas y mis ambiciones.
Seguramente, no ganaré el premio Nobel, pero puede que consiga vivir de la escritura, o, al menos, publicar un libro; y, si no, escribir cuentos para los y las de mi alrededor.
La felicidad no se halla en conquistar la cumbre más alta. Como dice Bunbury, a 8000 metros no hay oxígeno, y te ahogas. ¿No es más cómodo subir hasta los 3000 metros o dar un paseo por la orilla del mar en noble compañía?
¿Tienes algún otro proyecto literario entre manos?
Tengo en marcha un libro infantil que me han encargado, y me rondan otra idea en la cabeza, que no sé si finalmente se materializará.
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