Ibil Bedi: "Tratamos de vestir la melodía, no de disfrazarla"
Las diez canciones de Beltxarga beltza, nuevo disco de Ibil Bedi, discurren con una absorbente fluidez, frágiles pero profundas, en los 32 minutos que separan las canciones “Beltxarga beltza I” y “Beltxarga beltza II”, inicio y final del trabajo.
El segundo disco del grupo navarro presenta baterías de ritmos desahogados, dispuestas en todo el plano sonoro lejos de la compresión casi asfixiante que suele acompañar a muchas producciones modernas. Sobre esos ritmos, se apoyan efectivas líneas de bajo, elegantes teclados y guitarras, además de, como rasgo diferenciador de la banda, violines (en pizzicato y con arco) y saxos (“Basozain” o “Huts”, acompañado del contrabajo) que hacen elevarse varios peldaños sobre la media a esta colección de canciones.
De todas maneras, todo ese armazón sonoro resulta inútil sin una energía que lo impulse, y en Beltxarga beltza son las melodías vocales las que encienden la mecha de toda la instrumentación; son especialmente inspiradas, por ejemplo, las de “Lorerik gabe”, “Basozain” y “Orain bat gara”, pero hay más.
Hemos hablado con Amets, Javier, Ibai, Eder y Areta, de Ibil Bedi, para que nos cuenten más sobre Beltxarga beltza.
¿Qué rasgos de vuestro primer disco Berandu baina garaiz queríais conservar en Beltxarga beltza y qué queríais cambiar una vez habéis tomado distancia de aquel disco?
Amets: Hemos querido mantener la autenticidad y naturalidad del proceso y de las canciones. Por otro lado, podríamos decir que las canciones de este segundo disco largo están más trabajadas, las hemos creado con más tranquilidad y nos hemos permitido retroceder cuando veíamos que algo no funcionaba o cuando el resultado no nos satisfacía.
La mayoría de canciones se alzan sobre las melodías. ¿Cómo llega la melodía adecuada mientras estáis componiendo? ¿Cómo es el proceso de buscar esa magia?
Javier: Eso no se puede saber nunca. Esa magia depende del oído del oyente; a veces coincide con nuestros objetivos y otras veces no.
El público enseguida captura algunos momentos del disco que nos parecen mágicos, y, otras veces, detalles o canciones que creemos que tienen ese punto de magia no le resultan tan mágicos al oyente.
Una vez que llegáis a la melodía, o ella llega a vosotros y vosotras, ¿cómo se controla la tarea de vestirla pero no ahogarla? ¿De qué creéis que debe estar rodeada una buena melodía?
Areta: La mayoría de veces, la clave está en la sencillez. Se dice que para un compositor es mucho más importante la goma de borrar que el lápiz, y hay que saber cuándo algo aporta o resta en una canción.
Una melodía buena o interesante tiene sentido en sí misma, y tratamos de respetarla en la tarea de adornarla. Tratamos de vestir la melodía, no de disfrazarla.
Ibai, no eres el primer músico que pasa de ritmos más duros como el punk rock (Altxatu) al pop o al folk-pop, ni mucho menos. Hay muchos ejemplos (vosotros mismos habláis en “Huts” de John K. Samson, que pasó del punk de Propagandhi al folk). ¿Qué se esconde detrás de la relación inversamente proporcional entre edad y velocidad y volumen de distorsión?
Ibai: Yo conocí a John K. Samson en solitario desde el principio; supe más tarde que había estado en The Weakerthans y Propagandhi.
Creo que tiene que ver con la forma de ser y con el ritmo de vida. A algunos nos ha llegado con 22 años porque empezamos muy jóvenes, y a otros les llega más tarde o quizás no les llegue. Está ligado al estilo de vida de cada cual.
La producción de Beltxarga beltza es muy sencilla. Parece que habéis buscado la fluidez y la naturalidad. Apenas está comprimido … ¿Cómo habéis compuesto el puzle sonoro en proceso de producción y mezclas?
Ibai: Por un lado, teniendo en cuenta los recursos de los que disponíamos, no podíamos hacer una gran producción, y solo teníamos claro que queríamos grabarlo en casa.
A partir de ahí, hemos tenido diferentes referentes en cuanto al sonido (Pinegrove, John K. Samson, Bon Iver…), y queríamos algo sencillo, como dices, poco comprimido.
Por eso hemos editado muy pocas cosas durante la grabación y las mezclas, y hemos tratado de conseguir un sonido lo más natural posible. Las baterías están grabadas con dos micrófonos: uno en el bombo y otro aéreo para toda la batería. Por eso son tan generales y un poco frágiles.
Todo el resto de instrumentos también están grabados con esos dos micrófonos, y, como hemos dicho, con una ligera ecualización y pocos efectos.
Me gustaría que otros miembros del grupo me definierais a:
Amets. Autoexigencia y direcciones/decisiones (Ibai).
Areta. Los detalles más importantes (Amets).
Eder. Seguridad y humor (Ibai).
Ibai. Control y motivación (Javier).
Javier. Paz y base (Eder).
Ibil Bedi. Argazkia: Mikel Tristán.
Habéis contado con una bella colaboración de Anari. ¿Por qué ella y por qué en esa canción?
Amets: Esa canción surgió en el ambiente del confinamiento. Cuando estaba escribiendo la letra, hubo un momento en el que se me pasó por la cabeza que Anari podía cantar la frase “ez nazazu kanta inori” para dar un punto de fuerza a la canción.
Es decir, no es que existiera una letra ya escrita y que se me ocurriera que Anari lo cantara, sino que lo escribí para que lo cantara ella. Si llego a recibir un no por respuesta, esa frase no hubiera estado en la canción y no hubiera habido colaboración.
No sé si contar todos los detalles no es contar demasiado. Prefiero guardarme para mí la razón por la que elegí a Anari.
Se nota un esfuerzo por remarcar el disco como obra: una distribución circular (“Beltxarga I” y “Beltxarga II”), el interludio “Enegarrenez” antes de la canción más larga del disco… ¿Qué importancia otorgáis al disco, más allá de las tendencias actuales del mercado?
Areta: Las canciones no están compuestas de cara al disco, pero sí que, una vez que tuvimos todas las canciones compuestas, quisimos ordenarlas de una manera concreta y creemos que ese orden ha ayudado a que sea un disco equilibrado.
De todas formas, “Hiraeth” y “Enegarrenez” las hemos entendido como interludios desde el inicio, y se nota. Existe un hilo que une todas las canciones de alguna manera, y un disco tiene su importancia concebido como algo que comienza y termina.
¿Qué les deseáis a Beltxarga beltza y a Ibil Bedi? ¿Qué camino os gustaría recorrer en el corto, medio y largo plazo?
Eder: Si seguimos por el que llevamos ahora, ¡genial! La verdad es que no miramos demasiado lejos; no hacemos planes a largo plazo, tratamos de vivir el presente.
No esperábamos una acogida así de Beltxarga beltza, y es por eso que está siendo tan bonito.
¿Qué planes tenéis de cara al directo? ¿Cómo ha recibido el grupo el sopapo de la pandemia?
Javier: En los conciertos, intentamos ir más allá de lo que contiene el disco, trasladar la cercanía que no se puede grabar.
Respecto a la situación que ha traído la pandemia, es cierto que a nosotros como grupo no nos ha afectado tanto. Los sitios donde nos movemos han sufrido y sufren las medidas, pero no tanto como otros lugares, por lo que nosotros tampoco tanto como otros grupos.
Nuestro concierto es adecuado para verlo sentado al atardecer, y eso es algo que se puede hacer ahora mismo, a pesar de que los aforos sean reducidos. Además, los primeros meses del confinamiento nos posibilitaron escribir y hacer las canciones con tranquilidad.
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