Izibene Oñederra: "El miedo irracional no nos dará una manera más justa de habitar el mundo"
Es inevitable que el título del nuevo cortometraje de la cineasta azkoitiarra Izibene Oñederra lleve al espectador o la espectadora a pensar en el poema del escritor italiano Cesare Pavese "Verrà la morte e avrà i tuoi occhi (Vendra la muerte y tendrá tus ojos)", y, al igual que a la muerte en ese poema ("esta muerte que nos acompaña / de la mañana a la noche"), ante la pantalla lo o la acompañarán durante los 13 minutos que dura la película tanto la oscuridad como, esta vez, algunos rayos de luz; la espectadora o el espectador se verán rodeados de la opresiva oscuridad característica en los trabajos de Oñederra, pero alumbrados por algunos brillos de claridad, una mano abierta a los y las que vendrán.
La película de Izibene Oñederra (Azkoitia, 1979), que cuenta con la participación de EITB, es uno de los siete cortometrajes que componen el catálogo Kimuak de 2024, y fue seleccionada por el prestigioso festival de cine de animación de Annecy. En la frontera entre la distopía y el realismo, el cortometraje nos muestra ciudadanos y ciudadanas tambaleándose en el alambre de la humanidad, al borde del colapso, algunos y algunas despeñándose y otros asistiendo, desde sus privilegios, al espectáculo de la extinción.
Oñederra competirá en la sección Zabaltegi Tabakalera del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y hemos aprovechado la oportunidad para hablar con ella.
La primera referencia es clara, el famoso poema de Cesare Pavese "Llegará la muerte y tendrá tus ojos", pero la palabra "muerte" desaparece del título. ¿Por qué esa referencia y qué relación existe entre el poema y la película?
Durante el proceso, la película tuvo otro título, pero era bastante feucho, basto, agresivo. El verso de Cesare Pavese era una especie de mantra que me repetía a mí misma hacia el final del proceso. Esa fase final siempre resulta bastante pesada, y las fuerzas están al límite; es habitual que nos den este tipo de venadas.
De todas formas, me costó darme cuenta de que tenía frente a mí aquello que estaba buscando. No tuve ningún complejo para apropiarme del verso, ya que es tan conocido que es imposible desligarlo de Pavese.
No sabía muy bien que era eso que "llegará más tarde", por lo que la muerte no tenía cabida en el título, aunque no deje de estar presente implícitamente dentro de la frase.
La película ha sido presentada como una distopía, aunque muestra claramente diferentes elementos de nuestro presente y pasado cercano. ¿En qué medidas consideras Etorriko da una distopía y en qué medida crees que es un trabajo de realismo social?
Es una buena pregunta para la que no tengo una respuesta clara. Se trata de un relato de ficción, pero, lamentablemente, afirmar hoy en día que la crisis climática es algo que llegará no es ningún ejercicio apocalíptico. Por otra parte, al final de la película existe un rayo de esperanza en las y los que nos sucederán, porque un punto de vista catastrofista no ayuda a reflexionar racionalmente sobre temas complicados. El miedo irracional no nos dará una manera más justa de habitar el mundo, a saber, vivir con menos recursos y practicar el decrecimiento.
De todas las maneras, aunque todos estos temas aparezcan en el contexto de la película, no existe una intención precisa de abordar estas reflexiones tan actuales, y mucho menos una voluntad de dar soluciones. El colapso es el contexto que justifica la estructura de una película apoyada sobre un estilo plástico concreto.
Como en tus anteriores trabajos (Lursaguak…), la música y el sonido (los firma Javier Ucar) son cruciales para trasladar al público la inquietud de ese mundo tan poco habitable. Como autora, ¿qué importancia otorgas al sonido?
La música tiene una importancia fundamental para crear el mundo que quieres crear. Creo que cada vez estoy contando más cosas a través de sonido sin necesidad de hacerlo a través de la imagen.
Una vez estaban claros el orden y la duración de todas las escenas comenzamos a tener una banda sonora general. Teníamos una animática en la que aparecían esbozadas todas las escenas, aun sin animar, pero éramos capaces de comprender la película en su totalidad a través del sonido.
La película tenía que tener una elipse temporal; es decir, el viaje a través de la casa del personaje trabajado puede entenderse como un viaje en tiempo real o como la descripción de un viaje continuo. Así, las consecuencias de la crisis climática son cada vez más graves a medida que el trabajador avanza por la niebla: los periódicos aparecen llenos de esquelas, y parece que las televisiones cuentan que se trata de un problema de escala internacional.
El sonido de la niebla tenía que estar todo el rato, como si fuera un personaje que ocupa todo el espacio sin que la espectadora o el espectador lo note pero que vaya tomando más protagonista a medida que avanza la película. Y después, en algunos fragmentos de la película, también hay un intento de subrayar el parecido entre ese mundo y el nuestro, además de la presencia elementos oníricos e irreales.
Javier Ucar es un músico y editor de sonido maravilloso, y, al tenerlo a mi lado, ha participado en la película todo el rato, ha visto crecer el proyecto.
El territorio de Etorriko da está habitado por personajes que se tapan la nariz mientras el mundo que los rodea se va al garete. ¿Qué valor le otorgas al cine como vehículo de aire o, al menos, como resorte que nos haga ver que circulamos con la nariz tapada?
El cine y la literatura son imprescindibles en mi día a día. Amplifican mi pequeño mundo, aportan para convertirlo en más complejo, digamos que abren mi mente. Pero son mero placer, no ninguna obligación, y seguramente a la persona que trata de sobrevivir le parezcan meras formas de perder el tiempo.
En el opresivo ambiente de la película, existen algunos resquicios de esperanza. ¿A qué podemos agarrarnos a las puertas del colapso?
Nos agarramos a la vida, exprimiendo la vida envueltos por una especie de amnesia, despreocupados.
En el retrato de la comunidad que recoge la película, al menos, es así. Hasta que el colapso llega, parece que no queramos creer que viene, y es esa actitud la que acelera la decadencia.
Resulta difícil identificar el mal que llega y enfrentarse a él de manera racional y colectiva, tomando desde hoy las medidas necesarias. Todavía no se habla seriamente del decrecimiento; parece que no estamos preparados, que es un tabú. Parece que la propia acción de hablar sobre ello fuera a quitarnos el bienestar y acelerar la crisis.
La película ha pasado por el festival de animación de Annecy, ahora se verá en el Zinemaldia y pronto irá a Sitges. ¿Qué aportan a la película estos grandes escaparates?
Es muy importante que la película tenga presencia en estos potentes escaparates, ya que le dan prestigio y una pieza elaborada por un pequeño equipo adquiere una gran dimensión.
Ha requerido un gran esfuerzo, y los cortometrajes tienen una vida muy corta que se agota después de su recorrido por festivales internacionales. Es preciso que la distribución esté bien diseñada. Una vez que la película llega a los cines, se libera de nuestras manos y es el público quien la hace suya. Ese mundo se abre a muchas y diferentes interpretaciones, y es bonito asistir a ese proceso.
¿Qué hace especial al Zinemaldia?
Es mi segunda película seleccionada para la sección Zabaltegi del Zinemaldia. Por un lado, es uno de los pocos festivales de categoría A en el mundo junto a Cannes, Venecia y algun otro más; es quiere decir que muchos ojos en el mundo están puestos sobre él. Por otro lado, el Zinemaldia se hace en casa, y mucha gente de mi alrededor acude a ver la película en una buena pantalla grande, como se ha de ver.
Estrenar mi anterior película en Tabakalera fue una celebración, porque me permitió enseñar mi trabajo entre amigos y amigas, y también canalizo el interés de los medios de comunicación.
De todas formas, al tratarse de un corto, hay que relativizar el posible eco de la película, y resulta fácil relativizar el alcance de esa exposición.
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