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Lourdes Oñederra: “Si el silencio proviene de la censura o la autocensura, nos condena a vivir sin paz”

La escritora donostiarra publica “Azken batean”, su tercera novela. Profundizando en las vidas de una madre y una hija ya maduras, Oñederra cartografía la ausencia, los silencios y la violencia. 

Lourdes Oñederra ("Azken batean")
Lourdes Oñederra. Foto: Erein.

Las vidas de Elisa y Elixabete, madre e hija, están atravesadas por la ausencia. En Azken batean (Erein, 2025), tercera novela de la escritora Lourdes Oñederra (San Sebastián, 1958), ambas mujeres se ven continuamente golpeadas por las ondas proyectadas por aquello que perdieron algún día.

Cada vez que echan la vista atrás, Elisa en San Sebastián y Elixabete en EE. UU. se topan con fantasmas, y esa mirada al pasado es constante a lo largo de las 158 páginas del libro; hoy, esos antiguos espectros son los que enturbian el presente y esconden el futuro a las dos protagonistas, que comparten una misma herida. Ambas sufren las consecuencias de la unilateral, enigmática y absoluta violencia del malvado personaje Ixa, cuñado de Elisa y tío de Elixabete.

Oñederra, escritora y lingüista de referencia (es miembro de número de Euskaltzaindia, y ha realizado un soberbio trabajo sobre todo en los campos de la fonética y la fonología), ha tejido en Azken batean una historia sobre las consecuencias de la violencia y el peso del silencio, una obra que nos ha permitido tener la siguiente charla. 

Lourdes Oñederra ("Azken batean")

¿Cómo nació Azken batean? ¿Qué te empujó hacia la página en blanco y qué es lo que te ha guiado durante todo el proceso?

Apenas tengo páginas en blanco… Nada más tocarlas, enseguida lleno las hojas de palabras, dibujos, esquemas. Siempre estoy apuntando algo: cosas que escucho, pensamientos que se me ocurren o que podrían ser la solución a problemas que me rondan la cabeza, ideas que me parecen interesantes, pronunciaciones que me llaman la atención.

Para cuando comienzo a escribir una novela, suelo tener empezados infinidad de papeles, fichas, apuntes, bocetos. A veces, a medida que esas ideas van tomando forma, también comienzo un cuaderno, o dos, ya que soy bastante desordenada.

La novela está protagonizada por Elisa, Elixabete e, indirectamente, por Ixa. ¿Cómo ha sido el proceso de crear sus perfiles y poner los unos ante o junto a los otros?

Preferiría tener las cosas claras en este aspecto y ser capaz de darte una respuesta más clara, pero no es así. Parece que, a la hora de inventar una historia, yo emprendo el camino desde las personas, desde los personajes. Mejor dicho, creo que un personaje o, en todo caso, unos pocos personajes son los que me empujan a inventar una historia, los que me contagian ese ánimo.  

Me resulta muy difícil inventar, desarrollar, las historias, eso que se llama la trama; los conceptos de inventar y desarrollar avanzan mano a mano, desarrollar a medida que se inventa e inventar a medida que se desarrolla. Me resulta complicado, pero también es ese el premio que me aporta el acto de escribir: me canso y sufro, pero me procura una especie de placer bastante intenso. Creo que es por eso por lo que escribo. 

"Azken batean", Lourdes Oñederra (Erein)

¿Qué relación se establece entre escritora y personajes a la hora de crear y escribir la historia? ¿Y después de escribirla?

En ese sentido, la relación que establezco como escritora con los personajes es a veces estrecha, y otras veces no tanto, depende… En algunas ocasiones puede llegar hasta la identificación con ellos u ellas, y en otras se genera una distancia que puede llegar a convertirse en desprecio.  

Estas cuestiones pueden atascar de vez en cuando el proceso de escritura, pero creo que resultan necesarias para montar la novela. Después de escribir las anteriores novelas, me han sucedido cosas curiosas como que me pareciera que algo escrito anteriormente estuviera sucediendo en ese momento.

La sombra del personaje de Ixa se extiende a lo largo de toda la novela, pero este personaje, una personificación del mal, siempre aparece indirectamente. ¿No tuviste la tentación de indagar más profundamente en los recovecos de esa maldad?

Me parece muy apropiado que hayas usado la palabra “sombra”. Creo que es precisamente eso, una sombra en la vida de estas dos mujeres… Y sí, reconozco que tuve la tentación y seguro que antes también la he tenido, ya que el mal me resulta muy atractivo y estimulante como tema.

Así que sí, me tentó, pero no me atrajo. Es decir, una vez inmersa en el devenir de la novela, la historia no se dirigió hacia ese camino. Creo que el eje de la narración eran las dos mujeres, su interior, su relación consigo mismas y entre ellas. Ahí, Ixa constituía un elemento importante, ya que tuvo una gran influencia en la vida de ambas, pero no me servía para desarrollar la historia; era, de alguna manera, instrumental, accesorio, pero no quería darle demasiado peso, porque quizás no quería quitarles protagonismo a las mujeres.

A lo mejor para una próxima vez. De momento, el mal apela más a mi parte analítica que a ese otro aspecto que me empuja a la creación.

Por otra parte, no sé si tengo ganas de meterme en la cabeza de un hombre…. Me parece incluso curioso que haya tantos hombres que escriben obras protagonizadas por mujeres. Creo que son muy valientes, y me temo que nos hayamos identificado demasiado con sus miradas sobre nosotras.

Es un tema manido, ¿no? Como cada vez escribimos más mujeres, ya veremos qué pasa… 

Lourdes Oñederra ("Azken batean")

Tanto los mundos de las protagonistas como, en general, el mundo exterior que se dibuja en la novela están dominados por la ausencia y el silencio. ¿De qué nos protege y a qué nos condena el silencio?

Me parece que el silencio, al menos a veces, nos protege de las trampas que nos ponemos a nosotras mismas. Y es que en la sociedad el silencio se confunde a menudo demasiado fácilmente con la aceptación del consenso. Diría que si el silencio viene de la censura o la autocensura nos condena a vivir sin paz.

¿Cómo se escribe sobre el silencio y lo que no se ve ni se dice u oye?

No sé cómo se escribe sobre eso, puede que escribiendo muy brevemente, poniendo más en los cuadernos personales que en el texto que se publica, ¿utilizando a la fuerza bastantes elipsis?

 

En los pocos diálogos del libro, las y los personajes utilizan un registro oral informal (zeradetaber, ginangendun…), mientras que el narrador o la narradora se expresa en euskera batua. ¿Qué buscabas con estas decisiones?

A la hora de responder a esta pregunta, se mezcla mi vertiente de escritora con la de lingüista. Cuando escribo, reservo el lugar principal para la escritora, pero no puedo acallar del todo a la lingüista que también soy.

Sí creo que, como dices, la principal diferencia está entre los diálogos y el resto del libro. De la misma manera que tengo que “ver” lo que escribo, también lo “oigo” en mi interior, y no era posible que unas persona(je)s del San Sebastián de aquella época se dirigieran las unas a las otras en un ambiente familiar diciendo “duzu” o “zara”. No creo que se algo que nos deba alterar.

Por poner un ejemplo entre muchísimos otros, podemos tomar una novela de Magaret Atwood que sale en Azken bateanLa novia ladrona, en la que resulta totalmente normal que los diálogos se den en un nivel informal (“How’s it goin” y no “How is it going”, por ejemplo).

Ahora llega la lingüista: el lenguaje oral no es siempre informal. Además, aunque creo que el batua es fundamental para que el euskera avance, no hay que olvidar que el lenguaje estándar es alimentado por variaciones de esa propia lengua y otros registros. Por ello, no creo que las variedades dialectales –en su medida, por supuesto– tengan que ser excluidas de la literatura, el cine y similares.

Azken batean, a fin de cuentas, ¿qué le desas al libro?

Que llegue a alguien de una u otra forma. 

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