Aritz Trueba: "Al crear, surgen obras inesperadas que te muestran otro 'yo'"
El cineasta Koldo Almandoz (San Sebastián, 1973) escribió un guion partiendo de un hecho real, ocurrido en un pueblo de Gipuzkoa: un vídeo que muestra a una chica y a un chico adolescentes practicando sexo corre de móvil en móvil por todo el pueblo, y, al contrario de en la realidad (la protagonista de la historia de la que nace el cómic acabó suicidándose), la protagonista de la ficción acaba saliendo adelante, a pesar de los obstáculos.
El animador y dibujante Aritz Trueba (San Sebastián, 1980), viejo amigo, hizo varios dibujos para Almandoz con el objetivo de impulsar ese proyecto audiovisual en su búsqueda de financiación, pero el proyectó no prospero; no al menos en ese formato, porque, animado por Trueba, la historia de la personaje, de nombre Natasha, cobró vida sobre el papel en el cómic Natasha.
Se trata de un cuidadísimo trabajo, publicado por la editorial Farmazia Beltza en euskera y Nuevo Nueve en castellano. El o la lectora se adentrarán a través de los dibujos, en blanco y negro, en una historia actual, profunda, naturalista, honesta, luminosa, sugerente y viva, llena de símbolos y guiños.
Hemos hablado con Trueba y Almandoz.
Natasha nació para ser una película pero finalmente es un cómic. ¿Qué ha perdido y qué ha ganado la historia en esa transformación?
Koldo Almandoz: ¿Perder? Pues creo que se ha perdido una de las historias contemporáneas que faltan en la maldita historia del cine vasco, otra más entras las muchas que faltan. El nuestro es un cine (y una cultura) que teme al presente, que casi siempre se refugia en el pasado.
¿Y ganar? Pues precisamente lo mismo, pero en formato cómic, un formato, por cierto, que nada le importa a nuestra intelligentsia cultural.
¿Cómo vive un creador que sus proyectos no salgan adelante?
Almandoz: Creo que yo lo vivo con mucha deportividad. También soy consciente de que lo que yo no es del gusto ni de los mandatarios audiovisuales locales (ETB, etc, por hacer el chiste malo) ni de una parte del público. Y eso no es culpa de nadie.
Yo creo en mi trabajo. Antes de nada, me tiene que gustar a mí.
Y también es un tema de modas. Hay que sacar al mercado unos productos concretos, con unas características determinadas, y punto.
Yo soy pesimista en cuanto a pensamiento, pero muy optimista en mis esfuerzos. Disfruto de los proyectos que hago; con los que no hago sufro en su medida, y se acabó.
Creo que el mundo seguirá avanzando sin mis historias ja, ja, ja.
Aritz, ¿qué dirías que ha aportado la visión cinematográfica de Koldo a la historia? ¿Hacia dónde te ha empujado como dibujante?
Aritz Trueba: Mientras creábamos el cómic, Koldo ha podido examinar todas las hojas que iba dibujando, y, además de corregirlas, ha tenido la opción de cambiar la dinámica y el ritmo de la historia. Reflexionaba sobre cuántas hojas debía ocupar el tempo de cada escenas, y luego adecuábamos las escenas.
Queríamos su valor emocional correspondiente a las situaciones con carga dramática, y Koldo me indicaba eso desde su punto de vista.
¿Cómo ha sido trabajar a cuatro manos?
Almandoz: Como siempre ocurre, cuando las ideas de uno pasan por el filtro de otra persona, se terminan refinando y mejorando. Además, ha sido una oportunidad para juntarnos. Muchas veces, ni siquiera hablábamos sobre el cómic.
Trueba: Hemos sido vecinos durante muchos años, ya nos conocíamos. Ha existido una confianza para decirnos las cosas sin rodeos.
Yo he podido hacer aportaciones al guion, y Koldo ha podido traer ideas sobre los dibujos.
La idea está totalmente apoyada en los personajes, no existe narrador, y son sus palabras las que guían la historia. ¿Cómo ha sido su proceso de creación, sabiendo que eran imprescindibles? ¿Os habéis quedado con ganas de haber desarrollado más alguno o alguna personaje?
Almandoz: Al desarrollar la trama y los personajes, a no ser que quieras hacer un cómic de 800 páginas, hemos tenido que hacer elipsis y poner límites, y adecuarlo todo al lenguaje del cómic.
Por otra parte, teníamos claro que no queríamos un narrador omnisciente, y que, en ese sentido, iban a ser las personajes las que guiaran la trama. También queríamos una participación activa por parte de los lectores-espectadores-oyente, igual que en los cómics, la música, las películas y lo libros que nos gustan.
Las protagonistas de la historia pasan del adolescencia a la edad adulta, pero hay otras referencias que apelan a personas de otras generaciones (la película "Soñadores"…). ¿Qué receptor habéis tenido en mente a la hora de crear? ¿Para quién está escrito "Natasha"?
Trueba: Hemos bebido más del cómic que de referencias cinematográficas. Es cierto que hacemos un guiño a la película "Soñadores", pero "Natasha" está lleno de referencias que vienen del mundo del cómic.
Yo tenía muy claro que el dibujo tendía que tener mucha fuerza y personalidad, y, para conseguir eso, me acerqué al estilo del dibujante Bastien Vives. Tuve la oportunidad de mostrar diferentes emociones y experimentar con los trazos del dibujo y las opciones plásticas que ofrece la tinta.
Respecto a la narración, nos vienen a la mente otro tipo de artistas, entre ellos Frederik Peetrs y Gipi. Cada viernes, nos juntábamos en la cocina de Koldo, y poníamos sobre la mesa cómics que pudieran ayudarnos con "Natasha", para analizarlos.
Yo he tomado este trabajo como algo muy mío, he tratado de hacer el cómic que yo querría leer. Es cierto que se cuenta una historia de adolescentes, pero la evolución emocional que se subraya en la historia ocurre a todas las edades.
También estamos en contra de las generalizaciones, y este cómic va más allá de los límites entre generaciones. Leen cómics personas de todas las edades, de la misma manera que se ven películas antiguas o se va a campos de fútbol.
En las presentaciones del cómic habéis reivindicado la legitimidad de dos hombres adultos para contar la historia de una joven chica adoptada. ¿Por qué veis ahora en peligro el pacto entre emisor y receptor y no, por ejemplo, cuando Koldo en sus anteriores ficciones ha contado historias de un ertzaina, un joven desarraigado que se mueve por la marisma o un donostiarra que vuelve desde el futuro?
Almandoz: También he tenido que oír de todo respecto a esos personajes que has mencionado. Ahora está muy en el candelero el tema de la legitimación. Se ha extendido la costumbre de preguntar si estás legitimado para crear cualquier cosa.
Desde que el mundo de la cultura se ha vuelto tan académico, hemos ganado sabiduría pero hemos perdido libertad. De todas maneras, la respuesta sería muy larga, y paso del tema… Ya hay demasiada gente dando lecciones, para que yo también me ponga a ello…
El cómic arroja luz sobre un hecho oscuro, pero se guarda mucho de caer en la épica y el drama. ¿Cómo habéis evitado el drama exagerado, la épica el paternalismo?
Trueba: "Natasha" presenta personajes creíbles. El o la lectora encuentran personas y situaciones muy fácilmente identificables con su vida cotidiana, hechos reales que suceden o nos llegan cada día.
Y como se trata de temas creíbles, las soluciones ante ellos también han de serlo, ya que el paso para conocernos más a nosotros mismos suele estar determinado por esas situaciones del día a día. En esta historia, más allá de blancos y negros, subrayaría la escala de grises en la evolución de las relaciones personales de las y los personajes.
La creatividad tiene una importancia capital en la historia. ¿Qué supone para vosotros?
Trueba: Para mí, la creatividad es un juego. De la misma forma que a Natasha le gusta tocar la guitarra y prueba en ese ámbito, yo disfruto dibujando e intentando contar historias lo mejor posible.
En ese camino, surgen algunas dudas y tengo tomar algunas decisiones, sin saber muy bien dónde voy a llegar. Es como completar un puzle: todas las ideas bailan en tu cabeza, y el equilibrio resultante de las conexiones que establezcas te llevan a una meta.
A lo mejor no se trate de la meta que tú tenías pensada en un principio, pero es parte del juego: al crear, surgen obras inesperadas que te muestran otro 'yo'".
¿Tenéis otros planes entre manos?
Almandoz: Sí, tenemos muchos proyectos que jamás realizaremos.
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