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La programación cultural en Euskadi: viva, pero asimétrica

En 2024, se registraron cerca de 20 000 eventos en los tres territorios, según el portal Kulturklik. Dicho de otro modo: hubo una media de 55 sesiones culturales al día.

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En 2024 se registraron cerca de 20 000 eventos culturales en Kulturklik, la plataforma impulsada por el Gobierno Vasco y que recoge la programación cultural del territorio. Dicho de otro modo: se programaron una media de 55 sesiones culturales al día en Euskadi. Sin embargo, detrás de estos números se esconde una realidad más compleja: la cultura no llega igual a todos los rincones. A pesar de la gran cantidad de eventos registrados, la división territorial pone de manifiesto las diferencias estructurales que inciden en el acceso, la diversidad y la proximidad.

Los datos disponibles reflejan una programación intensa. Entre conciertos, obras de teatro, festivales, exposiciones, conferencias y demás, Euskadi cuenta con una actividad cultural ininterrumpida a lo largo del año. La música es la reina: los conciertos acapararon el 31,8 % de la programación total en 2024 (6342 eventos); le siguen el teatro (21,3 %) y las proyecciones audiovisuales (11,8 %). La programación restante estuvo formada por otras disciplinas como la danza, las exposiciones y otras actividades variadas.

La mayoría de los eventos se concentraron en unos pocos municipios, los más concurridos: las tres capitales – Bilbao, San Sebastián y Vitoria-Gasteiz – concentraron el 48 % del total de eventos, con una media anual de más de 3000 sesiones. Descontando las capitales, sólo 36 municipios superaron la barrera de los 100 eventos anuales, entre los que destacan Getxo (557), Tolosa (338), Barakaldo (335), Durango (334) y Zarautz (277). El resto de la programación se dividió en 190 municipios: un total de 3727 eventos, con una media de 19 por localidad. Esta brecha no sólo es reflejo del censo poblacional de cada pueblo o a la infraestructura disponible, sino también de la capacidad de las instituciones locales para programar, atraer recursos y mantener una agenda cultural estable.

Gipuzkoa fue el territorio con mayor densidad cultural: 11,1 eventos por cada mil habitantes. Le siguen Álava (9,7) y Bizkaia (7,5), aunque esta última es la que presentó un mayor volumen de eventos (8662). La diferencia, por tanto, no sólo está ligada a la cantidad, sino también al número de habitantes. Comarcas guipuzcoanas como Tolosaldea, Urola Kosta, Alto Deba o Donostialdea, o las alavesas Gorbeialdea y Mendialdea superaron los 10 eventos por mil habitantes en 2024. En cambio, las vizcaínas Arratia-Nervión o Encartaciones no llegaron a 7. 

En cuanto al tipo de evento, predominó la música, con 6342 conciertos (31,8 %). El teatro tuvo 4239 representaciones (21,3%); mientras que las proyecciones audiovisuales ocuparon el 11,8 % del panorama; las conferencias y jornadas, 11,5 %; las exposiciones, 6,9 %; y la danza, 4,3 %. El resto de las actividades representaron el 12,5 %.

Tres de cada cuatro eventos se celebraron en recintos cerrados, especialmente en Donostialdea, Llanada Alavesa y Gran Bilbao, donde este formato superó el 76 % de media. Además, ocho de cada diez actos fueron de un solo día.

¿Hace falta fomentar más el euskera en el ámbito cultural?

En el panorama cultural vasco, el uso del euskera es un elemento fundamental. En 2024, aproximadamente la mitad de los actos se desarrollaron en euskera o en bilingüe junto con el castellano u otro idioma. Esta media, sin embargo, presenta importantes diferencias internas por territorios y comarcas. En Gipuzkoa, seis de las siete comarcas superaron la barrera del 50 %, mientras que en Debagoiena y Urola Kosta más de la mitad de la programación fue íntegramente en euskera. En Bizkaia, cinco de cada siete superaron esta marca, siendo el Duranguesado y Markina-Ondarroa los que más programaron exclusivamente en euskera: 58,4 % y 61,5 %, respectivamente.

En Álava, en cambio, ninguna comarca alcanzó estas proporciones, siendo Aiaraldea la que más se acercó (38,3 % en euskera y 11,6 % en bilingüe). Esta diferencia pone de manifiesto que el euskera ha avanzado en el ámbito cultural, pero que en algunas zonas del sursuroeste del territorio siguen existiendo carencias. La cultura es, sin duda, un camino para la normalización lingüística, pero el euskera sigue teniendo camino por delante para una presencia plena en todo el tejido cultural.

Los festivales, musicales en su mayoría

Capítulo aparte merecen los festivales que se repiten año tras año. En 2024 se celebraron 677 festivales en Euskadi, de los cuales casi la mitad fueron musicales. Le siguen los festivales de cine y audiovisual (88), teatro (70) y danza (49). Además, se organizaron casi un centenar de festivales mixtos, que mezclaron música y danza, por ejemplo, y 64 orientados a diferentes disciplinas como la literatura, la poesía, la fotografía, los videojuegos y la moda.

Aunque la oferta fue variada, se repite la tendencia existente con todos los eventos: 21 municipios acogieron el 70 % de los festivales. Las capitales vuelven a estar al frente: Bilbao organizó 134 festivales, Vitoria-Gasteiz 86 y San Sebastián 71. En cuanto al número de participantes, destacan el Zinemaldia, el Jazzaldia y el BBK Live, que superaron los 100 000 asistentes, aunque no existe un sistema oficial de medición unificado.

En cuanto al formato de los festivales, el 25 % se celebraron al aire libre (sólo el 16,5 % del total de eventos fue al aire libre). La danza (48,5 %) y la música (30,1 %) dominaron los espacios exteriores. Además, el 68 % de los festivales duraron más de un día.

En cuanto a la antigüedad, la mitad de los festivales de danza cuentan con más de 25 ediciones. Los festivales musicales, por su parte, son más jóvenes: sólo el 18,4 % tiene más de un cuarto de siglo. De todas ellas, la Quincena Musical donostiarra es la más veterana, ya que el año pasado cumplió 85 ediciones, situándose por delante del Zinemaldia (72 ediciones), segundo en veteranía.

Distribución de equipamientos culturales: asimétrica

Todos estos eventos culturales requieren de una infraestructura física. Los municipios vascos cuentan con 3757 equipamientos culturales: 1189 son públicos (bibliotecas, centros culturales, museos, salas...) y 2568 están vinculados a la industria cultural (productoras, editoriales, compañías, comercios, academias...).

La distribución, sin embargo, es asimétrica: un 49,1 % de todos estos equipamientos está en Bizkaia, un 36,2 % en Gipuzkoa y un 14,7 % en Álava. No es casual que las zonas con más infraestructuras también sean las que más eventos programan anualmente.

Para algunos ámbitos es bastante difícil garantizar el acceso a la cultura a la ciudadanía: municipios con menos de 10 eventos al año, comarcas que apenas tienen programación en euskera, o rincones que no ofrecen determinadas actividades, entre otros. La brecha cultural no siempre es evidente, pero existe. Kulturklik es útil para hacernos una imagen general de la situación, pero tiene un límite, es voluntario y no recoge todos y cada uno de los eventos que se programan en nuestro territorio. Generalmente, están excluidas las actividades organizadas especialmente por circuitos alternativos y agentes locales, por lo que esto sugiere que la realidad puede ser aún más desequilibrada de lo que muestran estos datos.

Por lo tanto, la red cultural vasca, aunque viva, consolidada y diversa, tiene luces y sombras. Hay una base sólida: multitud de eventos, una amplia red de festivales, una infraestructura sólida y una apuesta creciente por el euskera. Pero también hay retos urgentes: equilibrar la oferta territorio a territorio, dar visibilidad a los pueblos pequeños, garantizar la sostenibilidad de los festivales y reforzar la presencia del euskera en todas las comarcas.

Sumando los datos mencionados, la pregunta es clara: ¿Qué se puede hacer para hacer llegar la cultura a todas las personas y en igualdad de condiciones? ¿Reforzar la centralización de recursos o priorizar la descentralización que favorezca el protagonismo de los municipios pequeños? Sea cual sea el modelo, es fundamental no olvidar que la cultura es un derecho, por lo que debe estar garantizada para todas las personas, independientemente de dónde vivan.

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