Alauda Ruiz de Azúa: "Trabajo buscando mucha naturalidad, mucha organicidad y mucha verdad"
Después de una sólida carrera en la realización de cortometrajes (Dicen, Nena, No me da la vida…) y piezas publicitarias, la cineasta Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978) llega a los cines de Hegoalde este viernes, 20 de mayo, con su primer largometraje, Cinco lobitos, en el que participa EITB.
La película, que habla sobre la maternidad, la comunicación y las relaciones familiares, llega a los cines respaldada por su selección para la sección Panorama de la Berlinale y su éxito en el Festival de Málaga: mejor película española, mejor guion, mejor interpretación femenina (ex aequo para Laia Costa y Susi Sánchez) y premio del público.
Ese público acompaña en la película a Amaia (una brillante Laia Costa), que acaba de ser madre por primera vez y tiene que recurrir al apoyo de sus padres (Ramón Barea, bien como siempre, y formidable Susi Sánchez) ante las dudas y los obstáculos. En ese recorrido, lejos de la épica y muy pegado a realidades comunes, cabe el relato generacional y se proponen reflexiones acerca de los cuidados, la comunicación y la incomunicación, la empatía, la precariedad y el colapso del sistema, la familia…
Desde la honestidad, la franqueza y la sensibilidad, "Cinco lobitos" habla sobre todo lo que sí nos pasa mientras decimos que no nos pasa nada, sobre lo que nos ahoga mientras buscamos con urgencia una bocanada más y todo lo que está mal nos golpea sin respiro. Habla sin trampas sobre la vida, sobre lo que somos mientras hacemos lo que podemos.
Hemos charlado con su directora antes del estreno.
¿Cómo afrontas la llegada a las salas de "Cinco lobitos"?
Afrontamos la llegada a las salas con mucha ilusión. Es cierto que no es un superbuén momento para las salas de cine, pero sí parece que vamos recuperando cierta normalidad: todo lo que sucedió con "Alcarrás" también ha sido muy positivo…
Creemos que es una película que puede funcionar mucho a base del "boca-oreja", porque toca temas muy cercanos y universales. Nuestra esperanza es que hasta ahora la gente ha conectado mucho, así que queremos que la cuenten y la recomienden.
¿Sirve verdaderamente un hábitat a menudo especializado como el de los festivales para calibrar la respuesta del público en salas?
En nuestro caso, ha servido bastante porque nos llevamos el premio del público en Málaga, y eso nos pareció muy indicativo. Además, hemos participado en coloquios y pases, donde la gente se te acerca a comentarte y preguntarte cosas, y hemos visto que en las proyecciones la gente se ha reído y emocionado mucho.
Por tanto, sí te sirve de termómetro. Ves que estás conectando y tocando corazoncitos, y tenemos muy buena experiencia.
El otro día supimos que la asistencia a la Fiesta del Cine ha disminuido un 60 % en esta última edición con respecto a la anterior.¿Es posible desligar la creatividad de un sentido económico del cine?
Realmente, yo la película la he hecho por amor al arte, porque yo realizo y realizaba publicidad y con eso me ganaba la vida. Lo importante para mí era hacerla cuando yo quería hacerla y producirla en las condiciones adecuadas. No lo estaba haciendo con una expectativa económica.
Evidentemente, haces algo que es personal y quieres que se vea, o al menos que tenga una oportunidad de verse y de hablarse. Pero es verdad que la pandemia ha sido muy dura con las salas y es una época complicada.
En una entrevista anterior, me dijiste que la película está motivada por el hecho de no haber encontrado muchos relatos sobre lo que supone la llegada de un bebé. ¿A qué crees que se debe que haya poca ficción sobre algo tan definitivo y que la que haya sea superficial y, muchas veces, idealizada?
Sí, existe más material que se queda en una capa más superficial. Creo que eso ya está cambiando porque generacionalmente han pasado muchas cosas como el recuestionamiento de los roles de género o el hecho de estar teniendo los hijos e hijas cuando somos más mayores. Empieza a haber mucho más relato, y nos estamos abriendo a esta conversación.
Es cierto que cuando empecé a escribir el guion me costó mucho encontrar personajes maternales que no fueran mujeres locas o mujeres muy heroicas dispuestas a todo por su hijo. Sobraba épica y faltaba un mundo cotidiano y diverso, porque ningún padre o ninguna madre vive igual su paternidad o maternidad.
Precisamente, en "Cinco lobitos" se muestra un retrato naturalista de la maternidad, crudo y adulto, con claroscuros, sin que esto sea necesariamente malo. ¿Cómo querías poner, formalmente, la maternidad en la pantalla?
Sí hay una apuesta por la austeridad, para intentar ser honesta. No quería disfrazar o envolver nada desde lo técnico.
Además, también hay una apuesta por la intimidad. Es una película que está hecha desde muy dentro de las casas, muy de puertas para dentro. Quería jugar a una cámara un poco invisible, donde no hay grandes movimientos, pero, sin embargo, está muy cerca. Te convierte en un espectador muy privilegiado de algo muy íntimo: dar el pecho, discusiones de pareja, roces con tu madre…
El espectador ve todo muy cerca, pero desde un lugar respetuoso.
La llegada de la niña sacude una vida en la que ya habitaban la falta de seguridad laboral, la precariedad, las relaciones familiares turbulentas pero obligadas, la falta de infraestructura para los cuidados… ¿Cuánto hay de vocación de retrato generacional y social en la película?
Sí, está buscado y se ve el contraste entre las dos generaciones.
En lo que respecta a mi generación, las pinceladas que aparecen están muy buscadas. Soy autónoma, he trabajado por proyectos durante mucho tiempo, y te das cuenta de lo difícil que es la conciliación. No hay herramientas. Más allá de ayudas, no hay una organización que favorezca esto.
Sobrevives, te organizas como puedes. Sobre el papel, parece que lo puedes organizar, pero luego la vida se impone.
Las mujeres pagamos un peaje más grande, sobre todo laboralmente, y sí hay una voluntad de mostrar esa precariedad tan generalizada y que va más allá de estratos sociales.
La comunicación o, mejor dicho, la incomunicación es uno de los ejes de la película. ¿Qué nos encierra en el silencio aun cuando tenemos poco que perder?
Es verdad. Pero creo que en todas las familias hay un momento en el que ocurre algo muy importante pero no lo hablamos. Y la película habla un poco de esa complejidad en las relaciones familiares: muchas veces podemos querer mucho a alguien pero podemos no entenderlo.
El trabajo del trío protagonista de la película (Laia Costa, Susi Sánchez y Ramón Barea) es primoroso. ¿Por qué los elegiste y qué crees que le han dado a tu historia?
La elección fue muy intuitiva y muy rápida. Creo que todos los directores se van guardando un archivito de actores con los que les gustaría trabajar; yo al menos lo hago.
Cuando empezamos con el guion, había que ponerles un rostro, y me parecía que Laia Costa tenía la edad y la energía perfecta. No solo ha aportado verdad y naturalidad, que es algo que hemos trabajado mucho con todos, sino que ella tiene una manera de interpretar muy personal, hace elecciones muy bonitas, y eso hace que te enganches a esta película de miradas y silencios.
He mantenido con ella una conversación abierta todo el tiempo para encontrar lo que yo busco, que es que la película tenga mucha naturalidad, mucha organicidad y mucha verdad.
Susi aportó sofisticación y complejidad a un personaje que era un ama de casa en un entorno doméstico. Y es algo que me gusta mucho.
A pesar de ser realista, la película no es fatalista y abre algunas rendijas al vitalismo
Sí, había que dar algo de luz. Cuando eres madre o padre, los primeros años te pasa mucho esto: hay altibajos, momentos de bajón, pero de repente sucede algo mágico y no puedes dejar que se te escape. Es una continua contradicción.
¿Cómo crees que sale un espectador de la película?
La gente se ríe mucho en las proyecciones. Sale muy emocionada, y me dicen mucho "voy a llamar a mi madre" o "me he acordado mucho de mis padres".
Hay algo que me han dicho mucho, y es que, a pesar de su apariencia sencilla, es una película que crece después de haber sido vista, que da conversación. Eso es muy bonito.
La película está plagada de símbolos y guiños al espectador. ¿Qué espectador tienes en mente a la hora de escribir el guion? ¿A quién van dirigidos esos guiños?
Como directora, soy la primera espectadora de la película. Por eso, cuando estoy escribiendo o rodando, siempre intento recuperar la visión del espectador. Si hay algo, por ejemplo, que me divierte o me chirría desde ese punto de vista, es cuando paro y lo trabajo, lo racionalizo.
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