Koldo Almandoz: “Odio los personajes majos y conmovedores, y también a las personas así”
El director donostiarra estrena la serie “Zeru ahoak” en la Sección Oficial del Zinemaldia, un trabajo que, más allá de una excitante tensión narrativa, ofrece otras muy interesantes capas.
La investigadora Nerea García, a la que conocimos en la serie Hondar ahoak (Koldo Almandoz, 2020), no pasa por su mejor momento. Vive recluida en casa desde que la echaran de la Ertzaintza, escudada ante todo lo que la rodea en una distancia irónica, pero un antiguo jefe recurrirá a ella al saber que un asesino de en serie ha matado a varias mujeres en Bilbao en lo que parecen ataques rituales.
Del Ondarroa de Hondar ahoak, Koldo Almandoz (San Sebastián, 1973) viaja a los márgenes de Bilbao, a la orilla geográfica de la Ría y a las periferias sociales de la ciudad, en esta continuación de su anterior serie, con la que se establecen continuas conexiones. En Zeru ahoak, además, se acelera el ritmo y se refuerzan las pistas para el público.
Todas esas pistas valdrán, por supuesto, para que el espectador y o la espectadora acompañe a la inspectora García (encarnada magistralmente por una Nagore Aranburu en estado de gracia que aparece en cuatro trabajos de la Sección Oficial) en un viaje que la llevará a las cloacas del poder. Las huellas servirán como rastros que nos guían en el hilo narrativo, ya que este trabajo basque noir ofrece de sobra todo lo que se le puede pedir a una obra de género: estética oscura, tensión, sospechas fallidas, finales de capítulos que dejan con ganas de más, sorprendentes derivas narrativas…
De todas maneras, por encima de todo ello, destaca en Zeru ahoak la capa que convierte en basque este noir. Más allá de la indiscutible universalidad del arte, las referencias de la serie están pensadas aquí pensando en un público euskaldun. El espectador encuentra libros de Pello Lizarralde y Garazi Arrula, traducciones al euskera de Pasolini, jugadores de cesta punta, música de Anari o Benito Lertxundi, la Ertzaintza, estribillos de Berri Txarrak, trabajadores precarios que acarrean mochilas cuadradas impermeables y administrativas euskaldunes que se dirigen al ciudadano en castellano ante un cartel de Administrazioan Euskaraz en lugar de las luces de Times Square, marismas de Nueva Orleans, música de Tom Waits, donuts, humo de cigarros (Nerea García es una consumada vapeadora) y placas del FBI.
Hemos hablado con Koldo Almandoz sobre esta serie que ayuda a crear, alimenta, refuerza y honra el imaginario vasco. Zeru ahoak, en la que participa EITB, se proyecta en la Seción Oficial del Zinemaldia y se podrá ver en ETB1 y Primeran a partir de la semana que viene.
Zeru ahoak llega después de Hondar ahoak. ¿En qué ha condicionado esto el proceso?
Después de terminar Hondar ahoak, esbocé de alguna manera lo que ha terminado siendo el argumento de Zeru ahoak. Al principio, pensé que podríamos hacerla poco tiempo después, pero finalmente no fue así. Han pasado cinco años, y esto, obligatoriamente, crea una distancia.
Diría que comparten un mismo espíritu, pero esta vez se han acelerado el ritmo y el tono. No quería repetir el mismo modelo. Había que arriesgar. Quería que supusiera un nuevo reto y un paso adelante, sobre todo en la construcción de la trama y los personajes.
Creo que Hondar ahoak era más naif, y Zeru ahoak más compleja.
En un momento dado de la historia, la protagonista confronta la realidad con los bestseller. ¿Qué relación has mantenido en esta serie de género con la veracidad, la verosimilitud, el realismo, la realidad y la ficción?
El personaje Nerea García subraya varias veces que “es solo ocurre en las series” o que tal dosier “parece un bestseller”.
Me gusta que, de repente, un personaje sea consciente de su carácter ficticio. Es una manera de romper la cuarta pared y, al contrario de lo que parece, convierte ese personaje en más realista al colocarlo al mismo nivel del espectador.
Disfruto del género negro. Hoy en día, en las películas y series, siempre hay una causa muy clara, una reivindicación moralmente indiscutible o alguna cuestión de agenda.
El género te permite hablar de temas sociales, pero sin tener que sujetar en todo momento la pancarta. De manera indirecta. Creo hay demandas que han perdido fuerza por ser tan repetidas y notorias. Se han convertido en campañas de promoción para quienes las realizan.
El género negro permite el pudor, una actitud en vías de extinción al igual que la discreción y la autocrítica.
En una anterior conversación, hablamos de que en Hondar ahoak la voluntad y la actitud del equipo acabaron opacando una patente escasez material y de tiempo. ¿Han cambiado las condiciones en este segundo envite?
Hondar ahoak fue un milagro irrepetible. El equipo de trabajo mostró una gran generosidad, pero me gustaría aclarar que todos cobramos por encima del convenio. No fue un trabajo amateur.
En Zeru ahoak hemos recibido un mayor apoyo. ETB ha participado desde el principio, pero hemos andado verdaderamente justos y algunas cosas se hubieran hecho mejor si hubiéramos tenido un mayor apoyo por parte de quienes tienen que apoyar la ficción en euskera.
A veces, me parece que la fascinación por los logos de las plataformas confunde los objetivos y estrategias de nuestros mandatarios. Lo que hicimos en cuatro semanas hace cuatro años, esta vez lo hemos hecho en cinco. ¿Mejor? Sí. ¿Suficiente? No. Por eso estoy orgulloso del trabajo del equipo y muy agradecido con la lealtad que nos han demostrado.
Esta segunda historia te ha permitido desarrollar el personaje de la investigadora Nere García. ¿Cómo le ha ido durante este tiempo? ¿Cómo la encontrarán quienes vieron Hondar ahoak?
Pues han pasado cinco años. La echaron de la Ertzaintza, vive en un piso de Bilbao y apenas sale de casa. No está en su mejor momento.
Mantiene su personalidad sarcástica y mordaz, pero tiene otras dependencias y debilidades. Hemos respetado los cinco años que han pasado en realidad, y creo que las ojeras y las arrugas sientan muy bien a los personajes y a la historia.
¿Qué relación mantienes con tus personajes? Continuando con Nerea, el espectador obtiene suficiente información para entender mejor sus comportamientos, pero no se dulcifica su personalidad para que el público, por ejemplo, la mira con simpatía. ¿Cómo cuida el creador ante sus personajes el ensimismamiento del “padre de la criatura” o la inflexibilidad del “juez”?
Supongo que cada creador o creadora creará sus personajes favoritos o aquellos que le gusten. Nerea García tiene mucho de mí, y creo que Nagore Aranburu también le ha aportado mucho.
No resulta demasiado simpática, es cascarrabias y vergonzosa al mismo tiempo. Es implacable consigo mismo y con los demás. No es feliz, y lo tiene asumido. Le salvan la ironía y el humor negro.
Uno de mis mantras reza que el hecho de querer a los personajes no quiere decir que debamos perdonarles todo. La verdad es que odio los personajes majos y conmovedores, y también a las personas así. Esa gente que invierte toda su vida en gustar a todo el mundo para que el día de su funeral la iglesia se vea llena.
Sobre la estructura que establecen las imposiciones del género, destaca en la serie una esencia más personal y profunda condensada en diferentes símbolos y gestos. ¿Cómo casan ambos planos?
Para mí, esos gestos y referencias son fundamentales porque Zeru ahoak está dirigido a un público euskaldun. Me hace muchísima ilusión que la serie se abra al mundo entero, pero está hecha para nosotros y nosotras; por eso, necesita referentes que nos pertenezcan.
Debemos tener una cosmología propia y hacer uso de autorreferencias. Eso es lo que convierte Zeru ahoak en algo especial y distintivo.
Por ejemplo, las pintadas del colchón (un cadáver aparece junto a un colchón sobre el que se ha pintado con espray “Jaio. Lana. Hil”), que parecen una frase de Berri Txarrak, tienen una capa más: se trata de un homenaje al artista durangarra Ismael Iglesias. Ha pasado varios años pintando con espray sobre colchones abandonados en calles de Bilbao y sus alrededores lemas y sus ocurrencias
Y, de paso, también son nuestros, porque los hemos hecho nuestros, Genet, Pasolini y Spider Man. Y es que los vascos vivimos en el mundo de hoy, y no solo en Mitoaroa je je je.
Zeru ahoak ha sido seleccionada para la Sección Oficial del Zinemaldia. No es tu primera vez en el festival, ni mucho menos… ¿Cómo has digerido esa elección? ¿Qué significa para ti y para la serie?
El hecho de estar en el Zinemaldia certifica de alguna manera que la serie tiene “nivel” cinematográfico. Para una serie pequeña como esta, es importante tener un escaparate así. Normalmente, no existen este tipo de oportunidades. Ofrece visibilidad al trabajo y a quienes lo hemos realizado.
En el Zinemaldia, la serie se podrá ver completa, de inicio a fin, y en pantalla grande. En tiempos de maratones de series, en los que los audiovisuales se consumen a veces en el móvil y a doble velocidad, ¿para qué consumo está pensada Zeru ahoak?
Las películas con cada vez más largas. En mi opinión, demasiado. No entiendo cómo preferimos que la gente se aburra en las salas a que se quede con ganas.
Pero, mira, en este caso nos viene bien. Zeru ahoak dura en total algo más de dos horas y media. Es una hora menos que The Brutalist, una duración parecida a la que tienen las películas actuales.
¿Qué película o serie de esta edición del Zinemaldia no te gustaría perderte?
Estoy muy liado, y apenas he podido mirar la programación. Procuro ver cosas nuevas de la Sección Oficial, de New Directors, de Zabaltegi o de los ciclos especiales.
El Zinemaldia, desde hace muchos años y casi a cada edición, me ha hecho grandes descubrimientos: aquellos dos maravillosos ciclos dedicados a la comedia italiana, la preciosa After Life de Kore Eda, aquella vez en 2001 que vi a Lucrecia MArtel y su La Ciénaga…
¿Tienes algún otro proyecto entre manos?
Sí, no te mentía cuando te he dicho que estoy liado. A finales de octubre comenzamos a rodar una película, y estamos en proceso de preproducción. Se trata de un momento delicado, y falta mucho trabajo por hacer.
Va a ser una película contemporánea. Hablará de esas pequeñas cosas que son importantes en la vida, pero sin dar sermones y en un tono entretenido.
*Zeru Ahoak se estrena este domingo, 28 de septiembre, en ETB1 y PRIMERAN
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